domingo, 18 de marzo de 2012

Obras públicas

Las obras públicas se han convertido en el azote de nuestra época, por encima de cualquier otra plaga.
Los políticos se han percatado que para tener al personal amansado y confuso, lo mejor es someterlo a una dieta incesante de ruidos, polvo, y alteraciones del mapa urbano.
Con este ambiente de desconcierto, la capacidad de protesta popular se anestesia; siendo más fácil infligir multas, tasas y promesas electorales.
La habilidad de nuestros políticos consiste en disfrazar este infierno incesante de reparaciones con un aspecto de "paraiso en contrucción".
Si nos detuviéramos a pensar, concluiríamos que tantos estragos no compensan el beneficio exiguo que las reparaciones reportarán.
Antes, los faraones satisfacían la necesidad de imposición a sus súbditos desfilando en palanquín ante multitudes. Luego los dictadores exhibían su poderío bélico. Y ahora los políticos recurren al colosalismo de las obras públicas.

Juan Manuel de Prada (en "Animales de Compañía", El Semanal)

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